
Cargué mi morral...con todo lo necesario y por la última calle, comencé a descender hacia el Mar...
Las callecitas de arena brillante, me guiaban, mientras el sol recortaba prolijamente las sombras que proyectaba. Conecte mi discman y me sumergí en él.
¡¡¡Perfectamente impecable!!!
Ahora, sentado frente al Mar interminablemente extenso aspiro lo puro y se posesiona de mí: ELLA, mi imaginación y del brazo de la inspiración, friccionan dentro.
El entre oscuro y esmeralda me habla, y esta enojado con el viento, que lo empuja con vehemencia hacia mí.
Yo giro mi torso y ¡¡¡abrazo el paisaje!!!
El viento despiadado, dobla mi hoja, la quiebra...¡¡¡parece que no quiere que escriba!!!
El Mar, ahora a mis espaldas, ruge furioso y salpica mi espalda desnuda...¡¡¡escalofríos!!! Al frente, las dunas elevan su presencia y los tamariscos danzan al compás...detrás las viviendas enfrentadas al sol, escudriñan el horizonte, cual capitán adivinando tierra desde la cubierta de su nave.
Las puntas de los pinares, también se columpian...pero lejos...atrás...cierran el cuadro.
El momento puede ser efímero pero cargado de luz interior. La arena despide olor a sal típica y calor, pero húmeda, refresca mi cuerpo.
Un ave salvadora que planeaba cerca, toma con su pico mi ansiedad y la arrastra lejos, tan lejos que la veo caer como un punto diminuto muy adelante, se pierde...¡¡¡ya no esta...!!!
Un espasmo de felicidad sube desde mi corazón a mi cabeza.
Mi sueño se debate con una ola verde y se arrastra hacia mí. Me veo desde lo alto, montado en una corchea, que simpáticamente viaja conmigo, me mece y me sumerge más aún...
El ladrido estertóreo de un perro playero, me sacude y desciendo abruptamente. Vuelvo al cuerpo.
Caprichoso destino, ¡¡¡vuelvo a mí en segundos!!!
De regreso, con mi ansiedad a cuestas que me pesa más que el morral, pesadamente entierro mis pies descalzos en la arena otrora fresca, ahora hirviente. El coro de pinos, acacias Trinervis y el Mar distante, ya son parte de mi piel gallinácea...
Las sombras han crecido considerablemente y el zigzagueante camino, me lleva de regreso a casa.
¡¡Caprichoso destino!! Lleva mi vida en andas y la trata, de a ratos, con cautela...
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