
Ya la tormenta ha pasado….aparentemente, lo que presagiaba una furiosa tempestad de verano con bramidos injuriosos, ha sido ingerida por la enorme garganta del Mar. Es que el día ameritaba dolorosa caída, tras victimizarnos con unos vehementes 33ºC. Entre el océano y la brisa, simplemente desapareció.
Me dispongo, ya en la madrugada serena, ya pintados los pinos de blanco y la incandescencia murmurante del firmamento, ha terminar mi estanque. Lo comencé con la misma futíl ansiedad con que encaro alguno de mis proyectos; un poro caprichoso de la estructura que produjo mi apuro, filtro el en la arena.
Otra vez a desarmar todo y un nuevo comienzo.
Días atrás, lo había impermeabilizado con asfáltica y para asegurar mas su impermeabilidad, lo pinte con gruesa pintura negra. Ahora ya oreado y seco, llene mi estanque, lo decoré a la luz de una linterna y con los escasos reflejos que llegaban del cartel que presentan las cabañas. Presioné el botón de la bombita que impulsaría el agua; acomodé las piedritas, caracoles y plantitas acuáticas, de manera tal que el sonido que emanara de él, fuera el requerido por mis sentidos. Y así sucedió, como por arte de magia, comenzó a sacudirse todo. Un único haz de luna, se coló por entre el ciprés y encendió de luz el estanque.
Me miré en él como en un cuento y las burbujas desformaron mi rostro, miré fijamente para aclarar la imagen, cual fotógrafo que hace foco, y por fin pude visualizarme claro. Mi vista recorrió todo el ojo de agua, su hermoseamiento y culminé, clavando mis ojos en mi mismo. Caí por mi retina, ingresé al lagrimal y allí te encontré, danzando ilusionada en mi corazón, contorneándote en mi alma, brindándome felicidad infinita, acariciando cada palmo de mis células, de mis tejidos, conteniendo solo una lágrima de emoción prisionera; las otras se deslizaron por mis mejillas y por mi inclinaciónGoteaban al estanque, que producía el efecto ondino, desparramando cada gota, cual aceite en un hornillo aromatizante. El agua en su cascadita, mi rostro mi rostro, mis lágrimas aceitosas, que no se mezclaban, eran brillos claros pegados en el mini torbellino de ese pozo. Te descubrí al fin en mi interior, era lo único que necesitaba para dormir, un día más, una noche más, otra madrugada y el encanto sereno de tu presencia en mí….
1 comentario:
para cuándo fotos de los pelosos?
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